BOLETÍN DE CINEMATOGRAFÍA INDEPENDIENTE * EDITORES: ERIC BARCELONA & JOSÉ ANTONIO BIELSA * COLABORADORES: JAIME AGUIRÁN, MARÍA PILAR BIELSA, NURIA CELMA, HÉCTOR CONGET, JORGE VARGAS, COLECTIVO CINEMA89 - BARCELONA / ZARAGOZA


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17.4.10

'Scarface, el terror del hampa' (1932), de Howard Hawks -Reseña-

Entre las mejores películas de la Historia del Cine, la presente ocupa un lugar privilegiado, y por bien diversas razones: 1) supone la culminación de un género que no daría mejores frutos; 2) ratifica a Hawks como el gran estilista que fue, genio supremo del cine de Hollywood; y 3) en su magnificencia esplendorosa perdura como la obra maestra absoluta que el tiempo ha confirmado. Mas por desgracia, el film es prácticamente desconocido en nuestro tiempo, sepultado en el olvido en beneficio de la película homónima de Brian de Palma, que de ningún modo resiste la comparación con la que aquí nos lleva, resultando por lo demás un producto mediocre, superficial y efectista.

Frente a otros grandes títulos del género, como Hampa dorada, esta película no sólo logra romper con las convenciones características de la tipología del gángster americano, sino que a través de su puesta en escena termina por conferir al tema un carácter trágico en principio implícito, cuyo contrapunto no es otro que la soterrada ironía de los diálogos (más propios de una comedia), el tratamiento sicológico de los personajes (obsérvese que los gángsters, y en especial el protagonsita, Cara Cortada (genial Paul Muni), están afectados de una puerilidad impensable en alguien de este oficio: comparar al Pequeño César de Hampa dorada con Cara Cortada así lo ejemplifica). Pero por lo demás, la verdadera genialidad de Hawks se manifiesta en su puesta en escena, insuperable (a su lado, los celebérrimos Padrinos de Coppola no son más que productos relativamente menores, bien inferiores en todos los frentes... pese a que estas tres cintas tengan más defensores que la que aquí nos lleva, nuevo signo de la inconsecuencia, de la patente mediocridad de nuestro tiempo). Obviamente, analizar una película así es una empresa enorme que no acometeremos plenamente en esta reseña, mas indicaremos algunos puntos maestros a tener en cuenta en su defensa:

- La luz: en lo epidérmico (perceptible a primera vista), la película destaca por el asombroso empleo de la luz, lleno de metáforas de una sutileza muy poderosa y efectiva. Pero este film no tiene nada de expresionista en su esencia. Así, el famoso plano picado en el que un gangster es asesinado y en el punto en que cae se produce una cruz en forma de X, constante que se repetirá a lo largo del filme (así, en la matanza del día de San Valentín, una viga del techo repetirá la forma de varias cruces en forma de X, mientras las víctimas vayan siendo fusiladas cara a la pared). No menos asombroso, el primer e impresionante plano-secuencia que abre la película, culminará con la sombra del protagonista surgida de la profundidad de campo, punteada por un silbido que será seña distintiva de éste, creando una sensación opresiva muy efectiva mientras la víctima llama por teléfono.

- La elipsis: esta última idea (radical a la altura de 1932) nos permite entrar en el recurso fundamental de la película: el brillante empleo del tiempo y sus acotaciones espaciales. Baste como ejemplo (luego harto imitado) el calendario pasado a toda velocidad a golpe de pistola mientras Cara Cortada asciende en la jerarquía de la mafia: basta con un solo e implacable plano para contar todo lo que Hawks nos tiene que contar sin caer en recursos más artificiosos y menos eficaces. Ante todo, claridad y estilo.

- Movimientos de cámara: Hawks, cineasta que superó ampliamente la estética del cine silente (no olvidemos que muchos cineastas, caso de Rex Ingram, desaparecieron con la nueva técnica), se mueve como pez en el agua con esta película, filmada en el año 1931, es decir a poco de clausurarse el mudo. La audacia de la planificación demuestra una vez más la coherencia absoluta del film: así, las partes en las que predomina lo inestable por medio del espacio y sus personajes están filmadas por medio de una fragmentación que se contrapone a la unidad y al orden de las escenas en las que predomina el orden (por ejemplo, la secuencia -acaso apócrifa según algunas fuentes- de la reunión de los ciudadanos indignados por las muertes de Cara Cortada y su banda, donde el espacio total es complementado por los planos aislados de cada individuo, de acuerdo con su punto de vista). Cara Cortada es, pese a sus debilidades y su maldad evidente, un personaje humano, y eso lo hace tan verosímil: un individuo detestable y odioso que, con todo, se gana el afecto del espectador, poniéndose de su parte, de acuerdo con la ética de los grandes maestros, de los que Hawks fue uno de los primeros, también de los últimos.

En cualquier caso, ésta es una de las más altas cimas de la cinematografía universal: en ella late toda una declaración de principios, morales, filosóficos y fílmicos. Principios obviamente hoy extintos.


José Antonio Bielsa Arbiol
2 de enero de 2007

Texto revisado el 18 de abril de 2010

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